Si ni Hacienda ni los impuestos del ayuntamiento han conseguido nunca acabar conmigo; no lo iba a hacer ningún premio.
De hecho el mismo día de mi regreso, como diciéndome "tranquila, Carmita querida, que el buen gusto no ha muerto", me llegó otro seguidor, un tal Jos Phsycothetic. ¿Nunca habéis pensado que lo de copiar y pegar se inventó poco después de que la blogosfera comenzara a bautizarse? Como sea, bienvenido Jos querido, ya decidiré si cogerte por tu nombre o por tu apellido.
Hoy quisiera compartir con vosotros..., ¿cómo podría yo llamarlo?, porque poesía parece, pero no lo es; no tiene ni medidos los versos ni mucho menos cuenta algo concreto. Es de Rosa; una seguidora que sí que tiene lo que diríamos un nombre normal..., ¡pero tanto da...! porque es de esas poetas que no se esfuerzan; que tienen a veces quizás una idea y luego la sueltan y aporrean las teclas hasta dejarte el poema para que lo huelas.
Éste sobre el que os advierto habla de las relaciones de pareja. De cómo surge ese miedo a que no sea posible ir a mejor, y la relación termine o se vuelva tan tormentosa como la vida sexual de Merche Pallarés. Ella usa una analogía de un ascensor, y nombra la gravedad y hasta la manzana de Newton.., pero como os decía poco después se cansa y encuentra una salida diciendo que no es poesía; como si expresar que sabes tus limitaciones te liberara en algún modo de ellas. Por favor. Habrá gente que no distinga cuando le dan borrador pero lo que soy yo, se me levantan las cejas y echo mano a mi collar de perlas. Creedme que desearía pagar por leeros para poder luego reclamar. Estoy fabulosa con mi collar de perlas, reclamando.
El título de este escrito iba a ser otro pero no hay por que ser groseros, ¿verdad, queridos?
Carmita que os quiere aunque os lee