Las señoritas chungas y las gatas amigas


Ocho seguidores bien merecen un poco leche condensada en mi café.

Mientras se enfría os agradezco la compañía y os comunico que junto con la noticia de la existencia de otro blog de la señorita Cristina, me llega la tímida invitación a colaborar en él.

Digo “tímida” por decir algo, ya que el “Carmita podría escribir algo para las chungas” me llegó a través de Ant, a la hora del café que es cuando lo suelo ver. Pues verá usted, por muy vasca o incluso basta que se sea, una invitación aquí y en Bilbao se hace personalmente y desde luego, jamás se usa “podría”; porque poder podría muchas cosas pero ya le digo yo que vaya cogiendo una silla.

El blog se llama “el club de las tías chungas”; no puedo evitar sonreír mientras lo escribo. ¿Acaso se podría ser más pretenciosa? ¿Y qué es eso de una tía chunga?

Si la ventilación de mi casa fuera un poco más potente me atrevería a poner aquí la definición que tiene puesta la señorita Cristina según pasas el pezón con tachuela, a la derecha.

A juzgar por esta última entrada reclamo, son atareadas señoritas que no escriben; que quieren pertenecer a un club, pero tras pertenecer nadie las vuelve a ver.

Si el pezón tuviera aspas y diera vueltas pero a diferencia de un molino chino pudiera irse a otro sitio hasta dejarlo todo perdido: eso sería para mí una tía chunga.

Yo en cambio soy de las que se quedan a limpiar después de la fiesta. Porque me enseñaron – y en firme creo – que la mitad de la vida son obligaciones que se hacen porque otras personas nos importan.

Por eso es que decir “no” a la señorita Cristina y al resto de señoritas Chungas me sería tan extremadamente fácil, pero supongo que ya no habré de hacerlo, cosa que sinceramente agradezco.

* * *

He de agradecer también vuestros amables comentarios. En especial el de Lola Mariné ,quien vuelve a poner de manifiesto su aversión hacia las bellas mujeres lectoras al cargar contra mí misma al igual que hiciera el lunes contra Marilyn. ¿Canas? ¿Yo?, ¿canas? Usted, ¡gafas!, porque cada semana acudo a la peluquería de Fefa y es posible que la nieve que me atribuye sea en realidad la que cae copiosamente sobre su tejado para gatos. Gatos que pone a leer porque leer – a la mayoría de las personas – ¡afea!, casi tanto como escribir, no se engañe, Blanca Miosi, no se engañe, que mientras lee a Lola, ella es más… perdón por llamarla atractiva, pero sin quitarse el gato de encima. Tendré que hacerle una visita para confirmar mis sospechas de que son amigas.

Si no fuera porque el café se enfría, les hablaba de esas amistades que se provocan para adormecer fealdades. Pero bueno, siendo ustedes tan leídas puedo dejarlo para otro día.

3 comentarios:

  1. Hay que estar muy chunga, pero chunga, chunga chunga para andar por ahi rogando para que una bruja desvariada, con toda la mala leche en la punta de la perracha, colabore en tu blog... Yo no la quiero ver cerca pues su blog me parece pretencioso, inane como el una joven adolescente y estrecha malfollá.... Estas chungas no deben tener nada mejor que hacer que buscar colaboradoras entre la cuarta edad emperlada, y una cosa es ser chunga y otra tener chungo el chichi....

    Que cosas tiene que leer un joven inocente, bienpensante, educado y elegante como yo...

    Retrechera, que es usted una retrechera!!!!

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  2. ¡Kilos de leche condensada necesitaría usted para endulzarle un poco el carácter!
    Y seamos realistas, mi querida señora: a su edad, canas y artrosis, por más que vaya usted con la peluquería a cuestas (como yo con la gata, según su opinión), para parecer más atractiva.
    Y no ponga en duda la amistad de Thiago o Blanca Miosi que salen en mi defensa; todavía no he visto a nadie por aquí que dé la cara por usted, ni siquiera Ant.
    Por cierto, veo que me ha concedido el honor de subirse a mi tejado, supongo que para seguir criticándome. Andese con cuidado no se vaya a caer, que a su edad las caidas son muy malas.
    Saludos.

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  3. Pues usted, señora mía, mucho criticar al tal Thiago, pero él le ha hecho un regalo en su blog, se ve que la aprecia a usted mucho... ¡pobre chiquillo, que pretensiones! jaja

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